Buscar la épica es un invento de los runners obsesivos, como lo soy yo, con objeto de automotivarnos ante los nuevos retos. Hacer cosas que nunca antes habíamos sido capaces de realizar nos da seguridad y nos pone las pilas ante el objetivo siguiente. Es por ello que por tercera semana consecutiva, por tercer sábado seguido, he hecho una larga tirada de 35 kilómetros o más (ya la hice el sábado pasado en solitario y el anterior cuando corrí los 36 kilómetros del entreno oficial entre Cercedilla-Segovia).
Madrugué, y pese a ser algo que especialmente me ha costado siempre mucho, creo que me estoy acostumbrando porque ya no recuerdo cuándo fue la última vez que dormí 8 horas seguidas. A eso de las 07:55 salía con todo el "chiringuito" a cuestas: la mochila de hidratación, comida en forma de barritas y cereales en una bolsa, móvil, iphone para las fotos, gorra y gafas. Al igual que la semana pasada, teníamos boda por la tarde, pero si hace siete días fue en Valdepeñas, ayer toca ceremonia en Guadarrama, teniendo que conducir y volver de madrugada. Por ello había engañado a mi mujer diciéndole que saldría a correr "unos 20 kilómetros aproximadamente"; queda por definir a que me refiero con "aproximadamente" (distancia que conlleva un error 15 más/menos de margen). El circuito había sido programado el día anterior, y aquí os pego el plano
Tenía que afrontar una subida similar a la que me tocó el sábado anterior, con unos 2 kilómetros con pendiente media de 3% (ganando 60 metros en dos kilómetros). Por lo demás, discurría en su mayoría, por caminos en buen estado, algo de carretera y algún carreterín asfaltado. La distancia inicial eran 33.500 metros, pero como veréis ahora después, me salieron 35.000 por accidente.
Pues aquí comienza la crónica, si os parece: me fui por el Polígono al Parque Cervantes, de ahí a la Carretera del Moral hasta la rotonda donde cogí la Carretera de Daimiel, y enseguida cogí un camino que me llevaba al Noroeste, hacia Sierra Prieta. Buenas sensaciones, aunque la mochila pesaba con tanto trasto y líquido dentro. Comencé por debajo de 6 y me marqué el objetivo de ir llevando un ritmo que se acercara a 05´45´´-05´50´´, y no parecía que me fuera a resultar difícil. Ahí va una foto hecha en la Carretera de Daimiel antes de coger el camino:
Y aquí otra que me eché y que cuesta adivinar qué es. Yo ya lo sé, porque ando con ventaja...
¿Lo habéis adivinado?, ¿no?, pues tendréis que leer la crónica entera para descubrirlo...
Aquí unas fotos por el camino que me llevaba hacia Sierra Prieta: las vides en parra están fabulosas...
En el kilómetro 7 aproximadamente llegué a un bifurcación que ya conozco, y tiré hacia la derecha (a la izquierda me hubiera llevado a la Carretera de Moral de Calatrava).
Bajé por el camino un par de kilómetros...
Hasta que llegué a otro camino más importante, cogiendo a la izquierda. Era el kilómetro 9 aproximadamente y ya tenía unos 4 kilómetros hasta la Carretera de Moral de Calatrava. Esta parte del recorrido no la conocía.
Las sensaciones iban creciendo. Los kilómetros iban saliendo muchos en torno a 5´40´´, y aunque hacía bastante más calor que la semana anterior, iba bastante cómodo. Por esta zona me comí mi primera barrita, lentamente, me quise tomar mi tiempo y no engullirla. De ese tramo es la foto siguiente, en la que se ve mi sombra; ¡eso es por si creéis que no son mías!
Llegué a la carretera, y enseguida cogí otro camino que me llevaría al Sur. Estas fotos son de entonces (ahí podéis ver mi pierna obviamente):
Llegué al kilómetro 15 en una 1 hora y 26 minutos, lo cual estaba bastante bien, y casi en el 16 cogí un carreterín al que le llamamos Carreterín Finca de las Agrupadas, porque lleva a la misma. He ahí una foto de dicha vía (de nuevo se me ve a través de la sombra con mi gorra tipo "Maratón des Sables").
De nuevo me comí una segunda barrita y la cosa funcionaba. Crucé el Rio Jabalón y llegué a la finca antes mencionada...
Y continúe por el carreterín, en terreno totalmente virgen para mi. Ahí comenzaba la cuesta y unos metros después me crucé con un gran rebaño de ovejas y con las prisas por sacar unas buenas fotos salió lo que veis...
Aunque no lo parezca eran ovejas y cabras...
En el 19,5 en plena subida siento que la bolsa de agua de la mochila comienza a chorrear un montón de líquido, así que paro, también detengo el Garmin y veo qué pasa. ¡La bolsa se ha roto!. Tras haberla comprado un mes antes y utilizarla en cinco ocasiones, la zona sellada no ha aguantado abriéndose una raja de un par de centímetros, ¿y ahora qué hago?. El calor ya apretaba, ya que eran casi las 10 (calculo que unos 25 grados); así que hago lo único que con sentido común que se me ocurre: beber todo lo que puedo y seguir adelante. Me quedaban 15 kilómetros y la verdad es que me preocupé un poco.
Llegué a lo más alto de la ascensión; ahí tenéis una foto del momento..
Pronto todo se me puso chorreando, incluido el Iphone, y si no fijaros en las dos últimas fotos que conseguí echar. No es que estuviera corriendo por Londres en invierno y de noche, es que el aparato estaba a punto de apagarse
Suerte que hoy, una vez seco, he podido reucuperar el material. Pero aún no habían terminado los despropósitos: iba bien de tiempo, no iba mal de ritmo, pero ya sin agua, y el siguiente cruce era aproximadamente en el kilómetro 23,5, donde dejaría de ir hacia el Sur y cogería a la izquierda para dirigirme hacia el Este primero y el Noreste después. Sin embargo, en el kilómetro 22 llego a un cruce que se parece mucho al observado a través del Google Earth en la planificación del recorrido de la noche antes. Me paro, dudo, no sé qué hacer: si sigo y estoy equivocado me perderé y estaré sin agua, si giro y me voy por ese camino y estoy equivocado también estaré confundido pero al menos iré hacia el Este, donde está mi casa. No hago más que pensar que recordaba que el cruce estaba en el 23,5 y que según mi Garmin aún me queda para ese punto kilométrico; finalmente giro y me meto por el nuevo camino. A unos 600 metros llego a una finca donde hay piensos y maquinaria agrícola y allí el camino pasa a ser senda y gira de nuevo hacia el norte: ¡Menudo marrón!. Pego cuatro voces con la esperanza de que salga alguien y me oriente y al paso me dé agua, pero nadie aparece, así que vuelvo sobre mis pasos, otra vez hacia el camino original. Cuando llego al cruce sé que estoy casi seguro de que tengo que seguir hasta encontrar el bueno, y eso hago. Corro durante otro kilómetro y medio y atisbo el cruce a unos 100 metros, pero justo pasa el primer coche con el que me cruzo en no sé cuanto tiempo y le hago señal de alto para preguntarle: "oiga, el cruce que se ve desde aquí, si giro a la izquierda, ¿me lleva a la autovía AIV", "sí, efectivamente, no dejes ese camino y a unos 5,5 kilómetros te lo encontrarás", Muchas gracias, buen hombre". Entonces compruebo que no debería haberme puesto nervioso unos minutos antes, pero me queda el consuelo de que ya no estoy perdido. Llego al cruce y cojo el camino, y algo bueno: corre una brisilla que refresca mínimamente el ambiente. Llevo 25 kilómetros hechos en 2 hora y 27 minutos, con lo que mantengo una buena media, no me queda agua, pero... ¡tengo cereales!. Así que mientras corro voy echándome a la boca cereales con trozos de fruta deshidratada que forman una pasta en el gaznate de considerable consistencia, y yo sin agua con la que ayudar a que baje. En cualquier caso, las piernas y las fuerzas van bien, y voy consumiendo kilómetros hasta que llego a la autovía cuando casi he hecho 30 kilómetros. Alcanzo la vía de servicio de la AIV sentido Madrid y acometo las cuestas que hay por esa zona con los labios bastante cuarteados por la deshidratación, pero sin tener malas sensaciones. Paso por el Polígono Entrecaminos y llego al pueblo, y de ahí, sin más historias alcanzo mi casa, teniendo que dar un pequeño rodeo al final para que me salgan 35 kilómetros justos, hechos en 3 horas y 25 minutos, a un ritmo de 5´52´´, que no está nada mal.
Muy, muy contento. Al llegar a mi hogar, de cabeza a mi piscina de plástico (lo de tirarme de cabeza no es literal), y tras beber y ducharme, a que el peluquero me corte la larga cabellera, ¡qué vamos de boda a Guadarrama!.
PD: la foto-acertijo no es ni más ni menos que mi hombro izquierdo y lo de arriba el vuelo de la tela de mi gorra. Realmente quería sacar mi cara pero no enfoqué bien.
Esto ha sido todo. Hoy viene mi amigo Alberto Menchero, con quién correré la Madrid-Segovia. Aprovechando su paso por Valdepeñas, haremos una tirada que no será tan larga como él querría, pero es que no puedo machacarme tanto.
Gracias por vuestra detenida lectura.
Javier, muy buen entrenamiento el sábado, largo y con incertidumbre, pero 35 km, ya son km; buen ritmo. El asunto de la bolsa del agua, sí que puede ser un contratiempo si te pilla lejos y sin posibilidad de encontrar una alternativa para hidratarse. Me he comprado una, la probaré durante estos días de vacaciones, te contaré como se me dio.
ResponderEliminarSaludos, Emilio.
Gracias Emilio, ¡muy contento realmente!. No me arrepiento del contratiempo. En cualquier caso, yendo a Guadarrama el sábado me pasé por el Decathlon y me he comprado otra mochila Quechua que va muy bien y tiene mejores acabados. Espero que te guste el invento, yo ya me voy acostumbrando
EliminarMaquina cuidate k lo k haces en un dia lo hago yo en una semana y mas con tanta calor, por cierto, yo tengo el sistema de botella en mochila igual pero e vez de bolsa botella, haber si nos vemos y te lo explico te puede venir bien
ResponderEliminarHola Kino, ¿pero qué haces siguiéndome en plenas vacaciones? ¡Disfruta con los tuyos!. El invento que dices es para escucharlo y probar. En cualquier caso me he comprado otra mochila mejor; a ver si no me vuelve a pasar. Kino, te recuerdo mi correo electrónico para cuando quedemos para hacer una salida javiercom@ya.com
EliminarMadre mía Javi, vaya pedazos de entrenos que te metes para el cuerpo jeje.....
ResponderEliminarEnhorabuena, por que después de todo este "sufrimiento" te llegara la recompensa con creces y lo bueno es que yo también estare allí para verlo ;))
Maria.
Gracias María por tus halagos y tus ánimos. Pues la verdad es que no sé que me espera, pero estoy animado. Sea lo que tenga que ser y allí nos veremos
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